Que huyas cuando una noche
te doy un beso o digo te quiero
tus bloqueos económicos
mis investigaciones nucleares
la teoría de las faldas
y los choques de particulas
que se mueran en Hiroshima
que se mueran en Irak
que se mueran en Bagdad
que se mueran en Vietnam
que se mueran en Kwait
que se mueran en El Caguán
que se mueran en Berlín
que se mueran en Cuba
que se mueran en París
que se mueran en Texas ranch
que se mueran en Muroroa
que se mueran en Banderas
que se mueran en Cedritos
que se muera San Fernando
que se muera el Centenario
llegara un día en que moriremos
tengo hace días este leve
pero certero intento de sospecha
¡Aberrante, Presidente! Algunas colombianadas: comedia en dos actos.
publicado originalmente en www.elblogotazo.com el día 16/09/08| Por:andresospina
Acto I: En el país en donde vivo
En el país en donde vivo la mayoría del pueblo parece estar satisfecha con aquel a quien llaman “mi presidente”. Tanto así que si de ellos estuviera lo dejarían ahí hasta el lejano final de sus días. Y más… En el país en donde vivo la gente se fascina con las historias de matrimonios y compromisos rotos de sus hijos, con los lugares en donde sus ministros vacacionan, y con sus proclamas patrioteras de ‘Colombia soy yo’.
Los habitantes del país en donde vivo creen que Claudia Gurisatti, y Darcy Quinn y Pirry los mantienen informados.
En el país en donde vivo aún hay quienes creen que la lucha es entre malos y buenos. Y todavía peor, hay quienes están seguros de ser del segundo bando. En el país en donde vivo algunos viven convencidos de que el narcotráfico se está acabando y que la paz ya viene.
En el país en donde vivo la televidencia gusta de cebar sus mentes con vastas dosis de mediocres seriados e informativos con los que se ríe o con los que cree estar pensando. En el país en donde vivo el periodismo serio está, como casi todo, en manos de una dolorosa minoría.
En el país en donde vivo los dos equipos balompédicos de la capital, y sobre todo sus dirigentes, son un desastre. En el país en donde vivo el Director Técnico del seleccionado nacional de fútbol sólo comienza a quejarse cuando se sabe amenazado, porque algunos de los hombres a su cargo, aquellos a quienes él mismo ha escogido " no sienten la camiseta".
En el país en donde vivo se roban tapas de alcantarilla, cuadros de goya, cables de luz eléctrica y casi todo cuando pueda verse y tocarse.
En el país en donde vivo, la gente se enorgullece hasta la náusea de Juanes, Shakiras y Cabas, suponiendo ingenuos que son ellos los más grandes embajadores de lo nuestro. Y les esculpen monumentos, y les compran discos, y los condecoran, y los aplauden sin descanso. Y los postulan para el Nobel de la Paz. En el país en donde vivo Ingrid es la encarnación contemporánea de Policarpa Salavarrieta o Manuela Beltrán.
En el país en donde vivo son más importantes los superclientes y los usuarios VIP que los ciudadanos.
En el país en donde vivo tenemos la hospitalaria costumbre de maquillar la pobreza de nuestras ciudades, si de agasajar a un huésped de honor se trata. Si viene algún dignatario internacional la pobreza desaparecerá por unos días. En el país en donde vivo una operación perfecta es aquella en donde se suplanta a miembros de la Cruz Roja Internacional con el peligroso fin de disuadir al enemigo, sin pensar que algún día van a dejar de creernos.
Acto II: De lo que pocos hablan
De lo que pocos hablan en medio de esta maraña de intereses, utilitarismos y explotación entre miembros de la misma especie, es de las infamias de nuestro sistema crediticio.
De la concentración aberrante de la riqueza y de los bienes elementales para la supervivencia en las manos de un minúsculo porcentaje de la población colombiana.
Del hurto consentido entre los grandes empresarios del país y el Gobierno mismo, y de las políticas de Estado tendientes al favorecimiento de los más fuertes.
De unos medios polarizados, banalizantes y gobiernistas regidos por los mismos de siempre. De un poder repartido entre los tataranietos de quienes desde hace 200 años han sido dueños del país.
Del éxodo incontenible de jóvenes que se marchan, en procura de vacunarse contra la oleada de frustraciones por venir.
De la cantidad de colombianos solicitando una visa para irse de aquí, y de la correspondiente cantidad de rechazos escupidos en sus rostros por la mayoría de los funcionarios consulares.
De las explotadores y monopolísticas empresas de servicios públicos que se diseminan sus tentáculos tiránicos por todo el territorio nacional.
Del amiguismo y el tráfico inmoral de influencias que impera en casi todas las esferas de nuestra vida, y que anquilosa las dinámicas de movilidad social y de trabajo.
Del hecho de ser una potencia hídrica del mundo y no obstante vender el agua, que en la mayoría de los casos no es potable, a precios impensables.
De la vergonzosa condición de hacer parte de la lista de países mantenidos, en tanto la mayor parte de nuestras divisas proceden de aquel pariente desesperado que huyó a otra parte y que nos gira divisas a través de Western Union, porque Datacrédito, la hipoteca y el arriendo no dan espera. De la mitad olvidada del país de la sólo venimos a acordarnos cuando ya vienen a secuestrarnos, con un fusil en sus manos.
De eso es de lo que pocos hablan, porque al final, lo importante es que nuestro presidente siga ahí y que Colombia seamos todos: Sobre todo él. ¡Aberrante, Presidente!
andres@elblogotazo.com
www.elblogotazo.com
Acto I: En el país en donde vivo
En el país en donde vivo la mayoría del pueblo parece estar satisfecha con aquel a quien llaman “mi presidente”. Tanto así que si de ellos estuviera lo dejarían ahí hasta el lejano final de sus días. Y más… En el país en donde vivo la gente se fascina con las historias de matrimonios y compromisos rotos de sus hijos, con los lugares en donde sus ministros vacacionan, y con sus proclamas patrioteras de ‘Colombia soy yo’.
Los habitantes del país en donde vivo creen que Claudia Gurisatti, y Darcy Quinn y Pirry los mantienen informados.
En el país en donde vivo aún hay quienes creen que la lucha es entre malos y buenos. Y todavía peor, hay quienes están seguros de ser del segundo bando. En el país en donde vivo algunos viven convencidos de que el narcotráfico se está acabando y que la paz ya viene.
En el país en donde vivo la televidencia gusta de cebar sus mentes con vastas dosis de mediocres seriados e informativos con los que se ríe o con los que cree estar pensando. En el país en donde vivo el periodismo serio está, como casi todo, en manos de una dolorosa minoría.
En el país en donde vivo los dos equipos balompédicos de la capital, y sobre todo sus dirigentes, son un desastre. En el país en donde vivo el Director Técnico del seleccionado nacional de fútbol sólo comienza a quejarse cuando se sabe amenazado, porque algunos de los hombres a su cargo, aquellos a quienes él mismo ha escogido " no sienten la camiseta".
En el país en donde vivo se roban tapas de alcantarilla, cuadros de goya, cables de luz eléctrica y casi todo cuando pueda verse y tocarse.
En el país en donde vivo, la gente se enorgullece hasta la náusea de Juanes, Shakiras y Cabas, suponiendo ingenuos que son ellos los más grandes embajadores de lo nuestro. Y les esculpen monumentos, y les compran discos, y los condecoran, y los aplauden sin descanso. Y los postulan para el Nobel de la Paz. En el país en donde vivo Ingrid es la encarnación contemporánea de Policarpa Salavarrieta o Manuela Beltrán.
En el país en donde vivo son más importantes los superclientes y los usuarios VIP que los ciudadanos.
En el país en donde vivo tenemos la hospitalaria costumbre de maquillar la pobreza de nuestras ciudades, si de agasajar a un huésped de honor se trata. Si viene algún dignatario internacional la pobreza desaparecerá por unos días. En el país en donde vivo una operación perfecta es aquella en donde se suplanta a miembros de la Cruz Roja Internacional con el peligroso fin de disuadir al enemigo, sin pensar que algún día van a dejar de creernos.
Acto II: De lo que pocos hablan
De lo que pocos hablan en medio de esta maraña de intereses, utilitarismos y explotación entre miembros de la misma especie, es de las infamias de nuestro sistema crediticio.
De la concentración aberrante de la riqueza y de los bienes elementales para la supervivencia en las manos de un minúsculo porcentaje de la población colombiana.
Del hurto consentido entre los grandes empresarios del país y el Gobierno mismo, y de las políticas de Estado tendientes al favorecimiento de los más fuertes.
De unos medios polarizados, banalizantes y gobiernistas regidos por los mismos de siempre. De un poder repartido entre los tataranietos de quienes desde hace 200 años han sido dueños del país.
Del éxodo incontenible de jóvenes que se marchan, en procura de vacunarse contra la oleada de frustraciones por venir.
De la cantidad de colombianos solicitando una visa para irse de aquí, y de la correspondiente cantidad de rechazos escupidos en sus rostros por la mayoría de los funcionarios consulares.
De las explotadores y monopolísticas empresas de servicios públicos que se diseminan sus tentáculos tiránicos por todo el territorio nacional.
Del amiguismo y el tráfico inmoral de influencias que impera en casi todas las esferas de nuestra vida, y que anquilosa las dinámicas de movilidad social y de trabajo.
Del hecho de ser una potencia hídrica del mundo y no obstante vender el agua, que en la mayoría de los casos no es potable, a precios impensables.
De la vergonzosa condición de hacer parte de la lista de países mantenidos, en tanto la mayor parte de nuestras divisas proceden de aquel pariente desesperado que huyó a otra parte y que nos gira divisas a través de Western Union, porque Datacrédito, la hipoteca y el arriendo no dan espera. De la mitad olvidada del país de la sólo venimos a acordarnos cuando ya vienen a secuestrarnos, con un fusil en sus manos.
De eso es de lo que pocos hablan, porque al final, lo importante es que nuestro presidente siga ahí y que Colombia seamos todos: Sobre todo él. ¡Aberrante, Presidente!
andres@elblogotazo.com
www.elblogotazo.com
Publicado sin consentimeinto expreso de su autor, permiso pendiente.
De nuevo
el túnel en el camino
la fila india, la huida
la sala de espera
el escaparate de tu corpiño
la puesta de sol en tu cadera
los besos perdidos
las mentiras piadosas
el silencio
las ganas de no tener ganas
de acabar un verso tan ripio...
la fila india, la huida
la sala de espera
el escaparate de tu corpiño
la puesta de sol en tu cadera
los besos perdidos
las mentiras piadosas
el silencio
las ganas de no tener ganas
de acabar un verso tan ripio...
Antropofobia, un estado inducido
Hay días que me levanto antropofóbico; esta versión no es el temor a ser aplastado por una turba, es sólo asco por el ser humano, por el homo sapiens; Otros días el día me hace antropofóbico.
Hoy llegaba al Ministerio de Transporte de Colombia, vamos a decirlo todo, ojala esto se oiga, aunque lo dudo. Había ido varias veces antes, todas en carro, entraba a un parqueadero, iba a la reunión, salía, dejaba propina y me iba. Esta vez, y recuerdo acá una propaganda que vi en estos días de un infeliz jefe que trata mal a todos, baja al parqueadero, saca una cicla y se larga, la moraleja de la publicidad es así: "Hasta el más malo del mundo, necesita del mundo"; Esta vez, llegué en cicla, entre al parqueadero y pregunte por el sitio asignado a motos y ciclas.
- Pff, este parqueadero es privado- Dijo en ese tono de, este-parqueadero-es-lo-único-que-me-ha-dado-la-vida-para-defeder-y-no-dejaré-que-un-ciclista-sudado-y-harapiento-se-atreva-a-entrar-en-el, que tienen todos los celadores de este paisito.
Luego, como no me había levantado antropofóbico, decidí huir del lugar e ir a la entrada del ministerio. Me atendieron un par de gendarmes de similar ralea. Argumentando, o mejor diciendo que no podía dejar mi cicla frente al edificio, su mejor argumento la poca estética (Aclaro, es roja, desteñida, con sus partecitas en aluminio, no es la más fina pero así la quiero y no he podido pintarla pues en ningún lado pintan blanco mate). Les indique que debía entrar a una reunión urgente, con tal y pascual, que si me ayudaban a buscar un sitio para la cicla. El celador entró, preguntó, salió y sentenció que no se podía hacer nada, que o bien lo dejaba en el centro comercial, a aproximadamente 15 minutos a pie de retorno, o en un parqueadero "a 8 cuadras". Me negué y empezó la antropofobia, les dije que no era la primera vez, que ya antes había parqueado al frente de donde me habían sacado por ciclista, que solo tenía que entrar a mi reunión y ya. Al no oír nada inteligente entonces la pretendí dejar al frente, en la calle. Llamaron a un policía carabinero de apellido Rojas, de tez blanca y mucho sombrero. Me dijo que no podía dejarla ahí bla bla bla. Yo tampoco tengo la culpa de que no hubieran estudiado nada, para ser gendarme hay que ser previamente fracasado y no digo que sea culpable de serlo. Le dije, mire, voy a sacar más plata ahí dentro que lo que vale la cicla, cójala y búsquele parqueadero a su cicla, que seguro se lo halla y déjeme entrar a mi reunión. Fue peor claro, fui un grosero atarbán. Me negaron la entrada, se burlaban de que yo la regalara, no me solucionaban el lio de no poder parquear la cicla al lado de unas motos en el parqueadero, según ellos porque está prohibido aparcar motos o ciclas... Acá lo digo. ¿Es el Ministerio de Transporte de Colombia, entidad encargada de la movilidad nacional la que prohíbe ciclas y motos? ¿En qué país estamos? ¿No han visto el clima cómo esta de jodido? ¿No ven cómo sube el precio del petróleo a estándares internacionales, mientras los sueldos se quedan en el nivel de la miseria parroquiana de macondo? Me parece estúpido, y lo digo así, con improperios o epítetos, halla el lector defiéndase como pueda, pues si no habla uno feo nadie para bola, sobre todo si mi apellido no es Betancourt o Uribe. ¿Qué hace un tipejo que se encapucha tras Caycedo Bloom para hablar mal de su país?
Finalmente logré hablar con las personas que iban a la reunión, intercedieron. Les fue informada mi actitud de pedante quién-crees-que-soy-yo; fuimos informados de la absurda norma; les dije que había venido antes en carro y no tuve problema. Entonces ¿qué pasa?, si quieren me pongo la camisa que tengo en mi maleta y me tratan como a un tipo de bien y me dejan parquear. Porque el lio fue venir en cicla, que por cierto se la regale a éste, y señalé al beneficiado. La intercesión fue infructuosa. Me monté en la cicla y me largué. ¡Oh sorpresa!, media cuadra después había un ciclo parqueadero desocupado. Tan vacío que por un momento pensé que era una escultura en metal y que yo había amarrado mí cicla a ella, y que ahora sí me metería en un lio monumental. Pero todo transcurrió normal y finalmente por culpa de imbéciles como Rojas, y los porteros del Ministerio, el resto del día estuve antropofóbico, pensando que no tiene sentido hacer pensar a la gente, no les hace ni bien ni mal, y acá habrá alguien que diga que era su trabajo. Pues si tu trabajo te impide pensar, seguro eres policía, y nadie tiene la culpa de que el policía no estudie.
He dicho
Adición: Un buen amigo me indico este enlace para ver otra reacción a este tipo de atropellos. por acá...
Hoy llegaba al Ministerio de Transporte de Colombia, vamos a decirlo todo, ojala esto se oiga, aunque lo dudo. Había ido varias veces antes, todas en carro, entraba a un parqueadero, iba a la reunión, salía, dejaba propina y me iba. Esta vez, y recuerdo acá una propaganda que vi en estos días de un infeliz jefe que trata mal a todos, baja al parqueadero, saca una cicla y se larga, la moraleja de la publicidad es así: "Hasta el más malo del mundo, necesita del mundo"; Esta vez, llegué en cicla, entre al parqueadero y pregunte por el sitio asignado a motos y ciclas.
- Pff, este parqueadero es privado- Dijo en ese tono de, este-parqueadero-es-lo-único-que-me-ha-dado-la-vida-para-defeder-y-no-dejaré-que-un-ciclista-sudado-y-harapiento-se-atreva-a-entrar-en-el, que tienen todos los celadores de este paisito.
Luego, como no me había levantado antropofóbico, decidí huir del lugar e ir a la entrada del ministerio. Me atendieron un par de gendarmes de similar ralea. Argumentando, o mejor diciendo que no podía dejar mi cicla frente al edificio, su mejor argumento la poca estética (Aclaro, es roja, desteñida, con sus partecitas en aluminio, no es la más fina pero así la quiero y no he podido pintarla pues en ningún lado pintan blanco mate). Les indique que debía entrar a una reunión urgente, con tal y pascual, que si me ayudaban a buscar un sitio para la cicla. El celador entró, preguntó, salió y sentenció que no se podía hacer nada, que o bien lo dejaba en el centro comercial, a aproximadamente 15 minutos a pie de retorno, o en un parqueadero "a 8 cuadras". Me negué y empezó la antropofobia, les dije que no era la primera vez, que ya antes había parqueado al frente de donde me habían sacado por ciclista, que solo tenía que entrar a mi reunión y ya. Al no oír nada inteligente entonces la pretendí dejar al frente, en la calle. Llamaron a un policía carabinero de apellido Rojas, de tez blanca y mucho sombrero. Me dijo que no podía dejarla ahí bla bla bla. Yo tampoco tengo la culpa de que no hubieran estudiado nada, para ser gendarme hay que ser previamente fracasado y no digo que sea culpable de serlo. Le dije, mire, voy a sacar más plata ahí dentro que lo que vale la cicla, cójala y búsquele parqueadero a su cicla, que seguro se lo halla y déjeme entrar a mi reunión. Fue peor claro, fui un grosero atarbán. Me negaron la entrada, se burlaban de que yo la regalara, no me solucionaban el lio de no poder parquear la cicla al lado de unas motos en el parqueadero, según ellos porque está prohibido aparcar motos o ciclas... Acá lo digo. ¿Es el Ministerio de Transporte de Colombia, entidad encargada de la movilidad nacional la que prohíbe ciclas y motos? ¿En qué país estamos? ¿No han visto el clima cómo esta de jodido? ¿No ven cómo sube el precio del petróleo a estándares internacionales, mientras los sueldos se quedan en el nivel de la miseria parroquiana de macondo? Me parece estúpido, y lo digo así, con improperios o epítetos, halla el lector defiéndase como pueda, pues si no habla uno feo nadie para bola, sobre todo si mi apellido no es Betancourt o Uribe. ¿Qué hace un tipejo que se encapucha tras Caycedo Bloom para hablar mal de su país?
Finalmente logré hablar con las personas que iban a la reunión, intercedieron. Les fue informada mi actitud de pedante quién-crees-que-soy-yo; fuimos informados de la absurda norma; les dije que había venido antes en carro y no tuve problema. Entonces ¿qué pasa?, si quieren me pongo la camisa que tengo en mi maleta y me tratan como a un tipo de bien y me dejan parquear. Porque el lio fue venir en cicla, que por cierto se la regale a éste, y señalé al beneficiado. La intercesión fue infructuosa. Me monté en la cicla y me largué. ¡Oh sorpresa!, media cuadra después había un ciclo parqueadero desocupado. Tan vacío que por un momento pensé que era una escultura en metal y que yo había amarrado mí cicla a ella, y que ahora sí me metería en un lio monumental. Pero todo transcurrió normal y finalmente por culpa de imbéciles como Rojas, y los porteros del Ministerio, el resto del día estuve antropofóbico, pensando que no tiene sentido hacer pensar a la gente, no les hace ni bien ni mal, y acá habrá alguien que diga que era su trabajo. Pues si tu trabajo te impide pensar, seguro eres policía, y nadie tiene la culpa de que el policía no estudie.
He dicho
Adición: Un buen amigo me indico este enlace para ver otra reacción a este tipo de atropellos. por acá...
Mucho
No se preocupen por trabajar bien o mal
No se preocupen por pintar bien o mal
no se preocupen por actuar bien o mal
no se preocupen por escribir bien o mal
no se preocupen por cantar bien o mal
ni por escribir canciones bien o mal
no se preocupen por coser bien o mal
no se preocupen por cocinar bien o mal
no se preocupen por construir bien o mal
no se preocupen por hablar bien o mal
no se preocupen por dormir bien o mal
no se preocupen por sentir bien o mal
preocúpense por sentir
y por sentir mucho
A todos los que dicen o han dicho, a estos últimos menos, que escribo bien o me envidian por eso; No les creo
No se preocupen por pintar bien o mal
no se preocupen por actuar bien o mal
no se preocupen por escribir bien o mal
no se preocupen por cantar bien o mal
ni por escribir canciones bien o mal
no se preocupen por coser bien o mal
no se preocupen por cocinar bien o mal
no se preocupen por construir bien o mal
no se preocupen por hablar bien o mal
no se preocupen por dormir bien o mal
no se preocupen por sentir bien o mal
preocúpense por sentir
y por sentir mucho
A todos los que dicen o han dicho, a estos últimos menos, que escribo bien o me envidian por eso; No les creo
El cadáver del sombrero soy yo
Cuando llegue la prensa y los bomberos
seguro me hallaran fácilmente
y no quedará duda de mi identidad
el ADN lo confirmará meses después
cuando mi ropa ya no este
al lado de mi cuerpo en el cajón.
Y mi bolsa estará quemada
y al lado habrá más gente:
una mujer sin futuro amén de historia
un viejo que se cansó de ser joven...
Un sombrero será mi cédula
apareceremos en los diarios y en la tele
nos podriremos, finalmente
porque queremos podrirnos
hartos como estamos de no amarnos
de no vernos al amanecer
de excusarnos en un plom
nuestros deseos de encontrarnos
llevo sombrero y tu llevas mi mano
cuando lleguen los bomberos
se preguntará alguno de ellos
por mi mano en tu tobillo
y finalmente la verdad absoluta
la bolsa negra de basura zzzip
la mano, el tobillo, el sombrero
al final todos somos carroña
de las aves de rapiña
mirad sus alas
seguro me hallaran fácilmente
y no quedará duda de mi identidad
el ADN lo confirmará meses después
cuando mi ropa ya no este
al lado de mi cuerpo en el cajón.
Y mi bolsa estará quemada
y al lado habrá más gente:
una mujer sin futuro amén de historia
un viejo que se cansó de ser joven...
Un sombrero será mi cédula
apareceremos en los diarios y en la tele
nos podriremos, finalmente
porque queremos podrirnos
hartos como estamos de no amarnos
de no vernos al amanecer
de excusarnos en un plom
nuestros deseos de encontrarnos
llevo sombrero y tu llevas mi mano
cuando lleguen los bomberos
se preguntará alguno de ellos
por mi mano en tu tobillo
y finalmente la verdad absoluta
la bolsa negra de basura zzzip
la mano, el tobillo, el sombrero
al final todos somos carroña
de las aves de rapiña
mirad sus alas
Mi vida
Manu Chao
mi vida
lucerito sin vela
mi sangre de la herida
mi vida
bala perdida
por la gran vía
charquito de arrabal
mi vida
charquito d'agua turbia
burbuja de jabón
mi último refugio
mi última ilusión
no quiero que te vayas
cada día más y más
Epílogo inmobiliario
Por la vida que lleva quien a veces me encarna, tuve la oportunidad, hoy afortunada en medio de tanta miseria, de ir gratis a la feria del gran salón inmobiliario. Una especie de circo inquisidor.
Es necesario, es urgente, es obligatorio desahogarme. Resumo que bien sabido y demostrado quedó que en este país la dignidad va sobre ruedas y no vive bajo techo. Ahora resulta que hacen ferias para demostrarlo y gritarlo a los 4 vientos, y en la cara de uno con un descaro que ni el espejo ostenta. “No solo uno es pobre, sino que hacen ferias para decírselo en la cara” bellamente dijo una mujer anoche, cuando necesitaba un empujón.
El pase era doble, mi hermano y yo. Par de ilusos que fuimos a ver si había forma de que, sin vender el alma al diablo, uno pudiera conseguir un techito digno para vivir. Pues no. Los créditos eran lo mismo, la batalla financiera es por si uno se mete con UVR o pesos, tasa fija o variable y cosas de esas. Reconozco que pensé que se puede pedir préstamo por 100 millones para pagar casa de 60 y dar 10 de más al antiguo dueño por decir que cobró 100 y que salga el 100% del techo financiado, pero parece que ni siquiera soy original en eso y los mecanismos existentes casi lo evitan por completo. Ojalá esto no me condene por intento de sospecha.
Finalmente hemos quedado aburridos; el parqueadero medio estrellado, pues ni pudientes, ni ricos; paupérrimos y desahuciados; ilusionados y desarmados. ¡Arriendos hasta por 13millones! La sensación debe ser similar a la de Kunta Kinte viendo a su negra ultrajada y vendida en una plaza polvorienta, pero sin siquiera la esperanza del coraje, el valor, el esfuerzo; eso justamente es lo que nos han quitado en esa feria. Mis padres hoy tienen una casa grande, totalmente pagada, alguna vez tuvieron dos casas y un lote. Hace unos 25 años pudieron meterse en una casa propia a través de unos planes, simbólicamente sin cuota inicial. Un valor que hoy, por los conocimientos financieros de mi padre, calculamos en menos de 5 millones. Ahora la historia puede ser que nosotros heredemos la casa de ellos para pagar la inicial de otra casa que al morir, nuestra descendencia usará para pagar la inicial de otra.
Es necesario, es urgente, es obligatorio desahogarme. Resumo que bien sabido y demostrado quedó que en este país la dignidad va sobre ruedas y no vive bajo techo. Ahora resulta que hacen ferias para demostrarlo y gritarlo a los 4 vientos, y en la cara de uno con un descaro que ni el espejo ostenta. “No solo uno es pobre, sino que hacen ferias para decírselo en la cara” bellamente dijo una mujer anoche, cuando necesitaba un empujón.
El pase era doble, mi hermano y yo. Par de ilusos que fuimos a ver si había forma de que, sin vender el alma al diablo, uno pudiera conseguir un techito digno para vivir. Pues no. Los créditos eran lo mismo, la batalla financiera es por si uno se mete con UVR o pesos, tasa fija o variable y cosas de esas. Reconozco que pensé que se puede pedir préstamo por 100 millones para pagar casa de 60 y dar 10 de más al antiguo dueño por decir que cobró 100 y que salga el 100% del techo financiado, pero parece que ni siquiera soy original en eso y los mecanismos existentes casi lo evitan por completo. Ojalá esto no me condene por intento de sospecha.
Finalmente hemos quedado aburridos; el parqueadero medio estrellado, pues ni pudientes, ni ricos; paupérrimos y desahuciados; ilusionados y desarmados. ¡Arriendos hasta por 13millones! La sensación debe ser similar a la de Kunta Kinte viendo a su negra ultrajada y vendida en una plaza polvorienta, pero sin siquiera la esperanza del coraje, el valor, el esfuerzo; eso justamente es lo que nos han quitado en esa feria. Mis padres hoy tienen una casa grande, totalmente pagada, alguna vez tuvieron dos casas y un lote. Hace unos 25 años pudieron meterse en una casa propia a través de unos planes, simbólicamente sin cuota inicial. Un valor que hoy, por los conocimientos financieros de mi padre, calculamos en menos de 5 millones. Ahora la historia puede ser que nosotros heredemos la casa de ellos para pagar la inicial de otra casa que al morir, nuestra descendencia usará para pagar la inicial de otra.
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