La Pandemia*

Perdido en el tiempo un periódico publicó un breve artículo sobre una extraña enfermedad. Los primeros brotes, relataba la noticia, sucedieron en un lapso no mayor a un mes, síntomas variados, y ninguna causa clara.

Presurosos, químicos, bacteriólogos, doctores y de más, se apersonaron de la situación; de todos los casos, afortunadamente ninguno fatal. El comportamiento de la enfermedad en un principio parecía muy confuso, después simplemente aleatorio. Gentes de toda ley eran infectadas, ciudades y poblados eran puestos en cuarentena voluntaria alrededor del planeta. El primer caso documentado se reportó en Tabatinga un pequeño poblado de Brasil. Era una mujer campesina por herencia. Vivía en las tierras que sus padres le habían dejado al morir, sola, hacía 3 meses. Un caso aislado que tuvo réplicas en la misma población y siguió creciendo hasta ser la primera epidemia de esta extraña enfermedad. Finalmente alcanzó proporciones pandémicas. Sin embargo, esa pequeña nota de periódico, fue lo último y lo único que se dijo de la enfermedad en algún medio informativo.

Hace algo más de un año empecé a sufrir los síntomas. Esta pandemia ataca, como ya se expuso antes, aleatoriamente. Aún no se sabe si es un virus o una bacteria, pero su comportamiento es compatible con patologías virales, mas nunca se le ha detectado en muestras de sangre y mucho menos en cultivos. En un principio el individuo se ve inmerso en un estado de anhedonia, un adormecimiento general de los sentidos que extrañamente brinda paz. Pero eso es solo el comienzo. Una vez el adormecimiento cesa, se siente una presión en el pecho que en ocasiones produce dolor físico. Todo esto acompañado de delirio que provoca un comportamiento errático en el doliente. Los ojos arden, se irritan con facilidad y lagrimean frecuentemente. La duración de los síntomas y de la enfermedad en sí, varían dependiendo del individuo, pero el periodo de incubación es corto, dos o tres semanas. Su contagio es, extrañamente, ocular.

La hipótesis más aceptada actualmente dice que el contacto visual con el enfermo, seguido del contacto verbal, brinda un canal seguro para el contagio. El patógeno interactúa a nivel genético produciendo reacciones bioquímicas neuronales que producen enzimas mutadas que se dispersan por el cuerpo a través del torrente sanguíneo. Dichas enzimas alteran el metabolismo neuronal y producen la anhedonia. Los demás síntomas son producto también de ese cambio y de la dispersión de las enzimas en todo el cuerpo.

Finalmente la pandemia, nombre usado para la enfermedad en sí, lleva a la gente a un estado de letargo del cual se suele salir indemne por medio de terapias, actividades extremas de alto impacto y muy frecuentemente con propensión al contacto humano y aslgo de ansiedad. Tristemente pocos casos han sido curados con éxito, la mayoría aprenden a convivir con la enfermedad hasta lograr una vida normal a través de dietas.

*Nota publicada por Kazeta Iritzi, diario literario independiente en el 2005, Navarra

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Poco a poco he encontrado la cura, a este mal que a todos nos ha afectado, yo por ir de redentora termine infectada, y no feliz con ello, inmune no quede, y nuevamente infectada quede.. pero dejame decirte que he encontrado la cura y cuando pueda te la muestro...

Marcela dijo...

vaya... que cosas...

y entonces el cafe????

saludos