Con precisión de cirujano
se libra cruel implacable
sin importar los medios
los miedos del hambre la muerte
ni siquiera en costos
la guerra diaria del centavo
desde la acera el andén
la puerta el puerto
la plataforma de lanzamiento
agencias de inteligencia
se calibran calibres
se corrigen las rutas
cual viacrucis eterno
en mi ciudad que es un mundo
y no es nada después de todo
Alpes Egipto Caracas
Arabia Atenas
Irak Afganistán
el pentágono
por 200 misérrimos pesos
15 minutos o 20
la espera la esperanza
la próxima estación
el pan el hambre
la guerra del quirófano
que no salpica ni se ensucia
que no se ve ni se aprende
la guerra del centavo
Pasajera en trance
Charly García.
Ella está por embarcar,
quizás consiga un pasaje en la borda.
Ella está por despegar
ella se va.
Ella viaja sin pagar
el viejo truco de andar por la sombra.
Ella baila sobre el mar
ella se va.
Pasajera en trance
pasajera en tránsito perpetuo
Pasajera en trance
transitando los lugares ciertos.
Un amor real, es cómo dormir y estar despierto
Un amor real es como vivir en aeropuerto.
Amiga: Que tengas el mejor viaje y que nunca se termine. Abrazos de todos.
Ella está por embarcar,
quizás consiga un pasaje en la borda.
Ella está por despegar
ella se va.
Ella viaja sin pagar
el viejo truco de andar por la sombra.
Ella baila sobre el mar
ella se va.
Pasajera en trance
pasajera en tránsito perpetuo
Pasajera en trance
transitando los lugares ciertos.
Un amor real, es cómo dormir y estar despierto
Un amor real es como vivir en aeropuerto.
Amiga: Que tengas el mejor viaje y que nunca se termine. Abrazos de todos.
De la ruana a la corbata (lo que diría una ruana)
Debido al frío de la sabana, los indígenas precolombinos (incluidos los actuales) cubrían sus torsos con prendas de lana, y entre ellas se destaca, la hermosa ruana. Valioso descubrimiento que hizo el conquistador español al llegar al altiplano, en el centro del país; después de viajar desde las costas, a través de ríos, sufriendo inclemencias tropicales de todo tipo para llegar, por fín, a una región donde descubren como protegerse del frío gélido de las mañanas de la sabana.
Hasta nuestros días la ruana abriga las humanidades de cientos de campesinos del altiplano cundiboyacense, e incluso ha sido exportada a otras ciudades, y otras latitudes que hoy la hacen suya con historias que hilvanan otras telas con esta ruana traída del nuevo mundo. Marcaba un estatus social entre nuestros indígenas, y también lo hizo después del descubrimiento. Asociada a la pobreza del campesino, a la ingenuidad de estas tierras, la ruana ha ocupado un lugar privilegiado sobre los hombros de estos gigantes.
La historia de este pueblo enruanado esta salpicada de ingenuidades y chascarrillos, perpetrados por la elite social repleta de criollos: gentes que han roto sus capas para hacer ruanas, o españoles nacidos en el nuevo mundo, que no es lo mismo, pero es igual.
Así fueron descubiertos muchos de los indígenas de estas nuevas en inhóspitas tierras: enruanados. Cubrió, luego, a los bogotanos que salieron, en un momento de efervescencia y calor, a luchar por la ruptura del florero de Llorente: la mejor excusa para pedir libertad. Detuvimos el progreso del telégrafo, esta vez sin ruana, ni sombrero, ni alpargatas y sin pensar. Con ruanas empuñaron el fusil, liberales y conservadores, buscando mayor participación en el gobierno, destruyendo la infraestructura que había hecho de Colombia, ejemplo en America Latina. Cobijó al gobierno al licitar grandes obras y ceder las ganancias a empresas extranjeras, también cuando canceló contratos, demandó y volvió a cederlos a los mismos de antes. Incluso hoy, a la tierna edad de casi 200 años, sigue intentando hacer funcionar un método que drena al país de sus riquezas y nos obliga, que irónico, a vestirnos de ruana, en esta era neo-conquistadora.
La ruana también es símbolo de la humildad de nuestra gente. Entramos enruanados a la misa y saludamos enruanados y persignados al concorde en este siglo, y luego volvimos de ruana al aeropuerto para ver aterrizar el coloso de los aires. De ruana en Manizales subimos por escaleras eléctricas, por primera vez, en este nuevo siglo. Y muy enruanaditos nos contentamos con ser dueños de la mitad menos uno de nuestra Colombia de lana virgen.
Lo malo de la ruana no es su calor labriego, ni el campesino que la porta de madrugada. Lo malo es que agachamos la cabeza, sobre el cuerpo enruanado. Ante las grandes inversiones de capital extranjero, por que somos una nación, atractiva para el mundo, ¡con qué futuro! ¡Y qué empeño! ¡Y qué orgullo!: nos agachamos. Ahora la ruana no es ignorante, no es humilde, ni mucho menos campesina. Ahora la ruana denigrante es la del estudiante que aprende a aprobar, la del gobernante que aprende a copiar, la del maestro que se dedica a cobrar, la del jefe que no valora lo que hace quien trabaja, la del trabajador que no valora lo que hace y añora una cena, un acenso, una migaja.
La ruana: ¿Quién fue el osado que te hizo descender de la capa hidalga? ¡Pamplinas! Todos, al fin de cuentas, tenemos ruana.
Hasta nuestros días la ruana abriga las humanidades de cientos de campesinos del altiplano cundiboyacense, e incluso ha sido exportada a otras ciudades, y otras latitudes que hoy la hacen suya con historias que hilvanan otras telas con esta ruana traída del nuevo mundo. Marcaba un estatus social entre nuestros indígenas, y también lo hizo después del descubrimiento. Asociada a la pobreza del campesino, a la ingenuidad de estas tierras, la ruana ha ocupado un lugar privilegiado sobre los hombros de estos gigantes.
La historia de este pueblo enruanado esta salpicada de ingenuidades y chascarrillos, perpetrados por la elite social repleta de criollos: gentes que han roto sus capas para hacer ruanas, o españoles nacidos en el nuevo mundo, que no es lo mismo, pero es igual.
Así fueron descubiertos muchos de los indígenas de estas nuevas en inhóspitas tierras: enruanados. Cubrió, luego, a los bogotanos que salieron, en un momento de efervescencia y calor, a luchar por la ruptura del florero de Llorente: la mejor excusa para pedir libertad. Detuvimos el progreso del telégrafo, esta vez sin ruana, ni sombrero, ni alpargatas y sin pensar. Con ruanas empuñaron el fusil, liberales y conservadores, buscando mayor participación en el gobierno, destruyendo la infraestructura que había hecho de Colombia, ejemplo en America Latina. Cobijó al gobierno al licitar grandes obras y ceder las ganancias a empresas extranjeras, también cuando canceló contratos, demandó y volvió a cederlos a los mismos de antes. Incluso hoy, a la tierna edad de casi 200 años, sigue intentando hacer funcionar un método que drena al país de sus riquezas y nos obliga, que irónico, a vestirnos de ruana, en esta era neo-conquistadora.
La ruana también es símbolo de la humildad de nuestra gente. Entramos enruanados a la misa y saludamos enruanados y persignados al concorde en este siglo, y luego volvimos de ruana al aeropuerto para ver aterrizar el coloso de los aires. De ruana en Manizales subimos por escaleras eléctricas, por primera vez, en este nuevo siglo. Y muy enruanaditos nos contentamos con ser dueños de la mitad menos uno de nuestra Colombia de lana virgen.
Lo malo de la ruana no es su calor labriego, ni el campesino que la porta de madrugada. Lo malo es que agachamos la cabeza, sobre el cuerpo enruanado. Ante las grandes inversiones de capital extranjero, por que somos una nación, atractiva para el mundo, ¡con qué futuro! ¡Y qué empeño! ¡Y qué orgullo!: nos agachamos. Ahora la ruana no es ignorante, no es humilde, ni mucho menos campesina. Ahora la ruana denigrante es la del estudiante que aprende a aprobar, la del gobernante que aprende a copiar, la del maestro que se dedica a cobrar, la del jefe que no valora lo que hace quien trabaja, la del trabajador que no valora lo que hace y añora una cena, un acenso, una migaja.
La ruana: ¿Quién fue el osado que te hizo descender de la capa hidalga? ¡Pamplinas! Todos, al fin de cuentas, tenemos ruana.
Feliz día de... (descargos de un amnésico)
Hoy recuerdo que eran como las diez de la mañana. Hacía 2 horas más o menos, quizá más, que trabajaba en el computador de mi casa. Mi hermano subió, hablamos y caí en cuenta. Un corrientazo estremeció mis piernas y manos. Ágilmente bajé las escaleras de madera y fui al cuarto de mi madre a darle ese abrazo que tanto merece, día a día, el día de su cumpleaños. Hace un tiempo, pero más tarde, recibí una llamada al celular: era mi novia. Hablamos de las cosas que hablan un par de novios, que no difieren mucho de las cosas que habla cualquier mortal, excepto, considerando la fecha, el tierno reclamofinal, por no haberla llamado en todo el día a decirle alguna tonta cursilería con motivo del día de la mujer, o de las mujeres. El día del maestro mi padre tampoco recibe su manzana, ni el día del padre un caluroso abrazo matutino sino msd bien vespertino. Puedo profetizar que mi hermano tampoco lo recibirá el día que sea padre. El día de la madre y los cumpleaños de media familia son también causales de vahídos, temblores y angustias.
Demostrada a priori mi dificultad para fechas memorables, me justifico, haciendo gala de esta habilidad para excusarme que tanto he cultivado a lo largo de mi vida. Pero antes, para no dejar de ser humilde, acepto los cargos y me declaro culpable. A continuación intentaré demostrar, sin mucho éxito, que soy inocente de ser culpable.
En mis días escolares esperaba con ansias los días del padre, madre y maestro, parecía que en esa época no había más. Y esa época no fue hace mucho a decir verdad. Me levantaba temprano y preparaba menjurjes apenas comestibles de desayuno, mi golpe preferido y muy temprano en la mañana ofrecía un sincero y fuerte abrazo, un beso y un golpe de calabazo que mi abuelo a bien me heredó. Ya en el bachillerato, y bien entrado en el, se hizo importante el día de la mujer, como excusa perfecta para aproximaciones que no tenían mucho sentido sin otro particular.
Luego en la universidad ya la cosa cambió. Cada facultad se preocupa por su día y los días afines, y surge así una lista casi interminable. El día del Ingeniero que no me celebran jamás, el día del médico, el del hombre, el del celador, el de la tienda, el de salir, el de entrar, cualquier cosa merece su día en la universidad. El día de la mujer se vuelve una cosa realmente complicada y siempre tuve, a dios gracias, el amigo cruel y despiadado que no se olvida de llevar un ramo enorme que desgrana al paso de cada muchacha, amiga o no, novia o no, conocida o no. Con esta cantidad de días para recordar entiendo perfectamente por que mujeres y hombres del mundo se suscriben a las páginas de amigos y cumpleaños para poder estar pendientes de un día en particular o de una celebración y no pasar las vergüenzas que me han llegado a curtir.
He olvidado todos y cada uno de los días acá mencionados, y por supuesto esos que no menciono. No celebro ni siquiera el mes con mi novia, no llevo la cuenta, y la verdad espero que ninguno de los dos sepamos que día puede ser. No celebro el día de la mujer ni del hombre, a duras penas recuerdo los cumpleaños de mi núcleo familiar, día de la madre y del padre ya con algun esfuerzo y afectación de planes. El único día que tengo en cuenta es el del amor y la amistad, pues es escasamente distante de mi cumpleaños, y en ocasiones es el mismo. Entonces, no diré que es que eso se debe celebrar todos los días. Pero si digo que es más cálido cuando se celebra por que se tiene en cuenta sin esfuerzos. Así no hay llamadera el día de mi cumpleaños, así no hay ansiedad el día del cumpleaños de otro. Estos días no requieren más esfuerzo que el de valorar sus principios y propender por lograrlos, acto por demás importante y justo y digno de mareos.
Hoy entonces Feliz dia de...
Demostrada a priori mi dificultad para fechas memorables, me justifico, haciendo gala de esta habilidad para excusarme que tanto he cultivado a lo largo de mi vida. Pero antes, para no dejar de ser humilde, acepto los cargos y me declaro culpable. A continuación intentaré demostrar, sin mucho éxito, que soy inocente de ser culpable.
En mis días escolares esperaba con ansias los días del padre, madre y maestro, parecía que en esa época no había más. Y esa época no fue hace mucho a decir verdad. Me levantaba temprano y preparaba menjurjes apenas comestibles de desayuno, mi golpe preferido y muy temprano en la mañana ofrecía un sincero y fuerte abrazo, un beso y un golpe de calabazo que mi abuelo a bien me heredó. Ya en el bachillerato, y bien entrado en el, se hizo importante el día de la mujer, como excusa perfecta para aproximaciones que no tenían mucho sentido sin otro particular.
Luego en la universidad ya la cosa cambió. Cada facultad se preocupa por su día y los días afines, y surge así una lista casi interminable. El día del Ingeniero que no me celebran jamás, el día del médico, el del hombre, el del celador, el de la tienda, el de salir, el de entrar, cualquier cosa merece su día en la universidad. El día de la mujer se vuelve una cosa realmente complicada y siempre tuve, a dios gracias, el amigo cruel y despiadado que no se olvida de llevar un ramo enorme que desgrana al paso de cada muchacha, amiga o no, novia o no, conocida o no. Con esta cantidad de días para recordar entiendo perfectamente por que mujeres y hombres del mundo se suscriben a las páginas de amigos y cumpleaños para poder estar pendientes de un día en particular o de una celebración y no pasar las vergüenzas que me han llegado a curtir.
He olvidado todos y cada uno de los días acá mencionados, y por supuesto esos que no menciono. No celebro ni siquiera el mes con mi novia, no llevo la cuenta, y la verdad espero que ninguno de los dos sepamos que día puede ser. No celebro el día de la mujer ni del hombre, a duras penas recuerdo los cumpleaños de mi núcleo familiar, día de la madre y del padre ya con algun esfuerzo y afectación de planes. El único día que tengo en cuenta es el del amor y la amistad, pues es escasamente distante de mi cumpleaños, y en ocasiones es el mismo. Entonces, no diré que es que eso se debe celebrar todos los días. Pero si digo que es más cálido cuando se celebra por que se tiene en cuenta sin esfuerzos. Así no hay llamadera el día de mi cumpleaños, así no hay ansiedad el día del cumpleaños de otro. Estos días no requieren más esfuerzo que el de valorar sus principios y propender por lograrlos, acto por demás importante y justo y digno de mareos.
Hoy entonces Feliz dia de...
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