pequeña escena capitalina
El edificio dormía sumergido en el centro de la ciudad, coronado por una franja de luz en el último piso. Una gran reunión, que se celebrara en una larga mesa de madera se había adentrado en la noche sin pedir permiso. Dos pisos más abajo una solitaria oficina encendida por la fosforescencia de una luz de monitor. El ventanal proyectaba la triste figura del oficinista inclinado. Había olvidado, antes de salir, los sueños en su cama, el amor de cálido aliento de una dama, en el medio de una ciudad agonizante, al filo de la noche, a medio camino del sol.
El bus aceleró pesado, alejándose entre los murmullos dormidos de una ciudad que se niega a dormir. Por el ventanal destellaban los avisos de neón, los semáforos, las cosas que pasan.
2 comentarios:
Es curioso, hace poco reflexionaba sobre este hecho, el disfraz de la ciudad para convertirse en fiesta, en la capital noctambula, en la que guarda secretos y escupé miedos....
Obvio!!!! hay que celebrar que llegaste a ser Ingeniero. Felicidades
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