Entre la rubia y la morena
esa noche preferí
la verdad de mi fea
cuyo nombre no aprendí
Apareció entrada la tarde
con la dulzura del olvido
una mano en el bolsillo
y una locura que arde
las promesas escurrían
por todo el ventanal
humedo por la lluvia
en la espera ya nocturna
del que espera su turno
Por la acera fue llegando
vestía falda negra
un paraguas en la mano
ese aroma de viajera
ese afán de ramera
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